"Oh no, oh no no no no!"
No se lo podía creer.
No le podía estar pasando eso a ELLA. No a ella. Es decir... bueno, quizá... ¡pero que no! Ella era el súmum del anti-romanticismo. No hablo del romanticismo como movimiento literario, pero sí como fase empalagosa sufrida por una persona la cual luce como un palurdo al expresar sus sentimientos.
Sí, eso era lo que ella pensaba sobre el romanticismo, el amor, el corazón, las parejas, los cariñitos y demás sandeces. Por favor, ¿cómo alguien puede sufrir tal enfermedad como la ceguera causada por un exceso de dulzura empalagosa? Ésa misma que te hace dar todo por una persona, incluso tú utilizas tus propias manos para taparte los ojos, para no ver lo que te espera, para... para saltar a la piscina cuando sabes que ni siquiera se ha empezado a llenar.
Pues... A pesar de todos esos pensamientos previos, ahora Audrey se las estaba viendo cara a cara con un romanticismo mordaz, uno de esos que le hace expresar sentimientos, le empuja a gritarlo al mundo, a sonreír cada vez que oye su nombre, a... a... a llorar. Tanto de tristeza como de alegría.
"No, no quiero"
Fueron las palabras en la mente de Audrey. Ella estaba firme. No iba a bajar la guardia, no de nuevo.
Lo que ella no sabía, pobre diabla, es que la guardia hacía tiempo ya que se había esfumado. No existía tal barrera. De hecho, yo diría que siempre ha sido una leyenda, una de ésas que se cuentan para prevenir, ya que... como todos sabéis, es mejor que curar.
Love will make you weaker or stronger than ever.
Love will kill you or will make you live forever. At least in somebody's memories.
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