VIVE TU VIDA COMO QUIERAS QUE SE RECUERDE, NO COMO QUIERAS QUE SE IMAGINE.

jueves, 28 de abril de 2011

Cuerpos muchos, vidas pocas.

Te dicen: búscate una meta, un hobby, algo en esta vida que te haga seguir adelante. Todo debe tener una finalidad, una puta finalidad para que así cobre algo de sentido. Pero ojo, qué sentido? Derecho? Izquierdo? ¡Venga ya! Una vez direcciones tu vida, encontrarás aquellos odiosos que gritarán que estás recorriendo camino, sí, pero de culo. 

Y digo yo... ¿Qué más dará como viva cada uno su vida? No es que vayamos a terminar una partida de aquí unos años y empezemos de nuevo, "GAME OVER" > siguiente pantalla > "TE QUEDAN 8 VIDAS". Oh no. Una vez se termina, it's over my darling, ya no hay vuelta atrás. Pero... déjame adivinar... Esas personas que intentan guiarte, enseñarte como vivir TU vida, son aquellas que justo cuando esten agonizando (o no, quién sabe) girarán su cuellecillo y dirán: Oh no, ¿Por qué hice caso? ¿Por qué he perdido tanto el tiempo? 
En fin... Lamentable pero infinitamente real. 

Parece buena idea seguir patrones ya trazados. Quizá sea eso. La gente, como burricos, siguen líneas ya recorridas, pinceladas, asegurándose paso tras paso un minuto más de ¿VIDA?, escondiéndose así del que creen que será su destino cruel.


OMNIA MORS AEQUAT, tanto a los que van en manada como a los que viven su vida. 

viernes, 8 de abril de 2011

BoomBoomPow.

"Hoy no es mi día", pensó. Desde que había abierto los ojos ya notaba el ambiente recargado de su hogar. HOGAR. Menuda palabra. Como si por tener un hogar fuese a desaparecer  toda la carga que soportaba con su cuerpo.
No desayunó ya que sospechaba una posible reacción de elementos. Su estómago ya no era estómago como tal. Había decidido auto-destruirse la noche anterior, cuando se dio cuenta  del día que le esperaba.
Se medio peinó. Total, pensó, en unas horas todo el esfuerzo puesto en mi pelo habrá desaparecido. 
Prosiguió con su rutina, oliendo, conociendo que ésa sería la última vez que la llevaría a cabo. Rutina, pensó. Como de excitante y aburrida puede llegar a ser según cómo se mire. Según como la mires. Aunque para él, últimamente esa rutina, observada desde sus ojos, según su mirada, se había convertido en una mierda de rutina. 
Siguió preparándose, cogiendo bolsas, cogiendo sentimientos, enterrándolos profundamente. Escribió, redactó palabras, ya que necesitaba escribir. Ya como despedida, ya como bienvenida.
Se ató dispositivos, penas, remordimientos al cuerpo; pero esa vez ya no le pesaban tanto. Todo era más ligero, más relajado, más irreal, menos vital.
Mientras iba saliendo de casa decidió no mirar atrás. No es que fuese a aparecer una mano salvadora o acaparadora que le fuese a detener, pero simplemente sintió que ésa ya no era su casa. 
Llegó.
"Y ahora, ¿qué? Joder, me habían preparado para no sufrir. Todo depende de mi dedo. ¿Marco o no marco?" Sentía punzadas en las rodillas, como si de repente se le fueran a romper en mil pedazos. La estación estaba llenísima, con una concurrencia de lo más habitual. Aún así, era difícil saber situarse para ser notado lo justo. Ni mucho ni poco. No utilizaría una hora en punto, ya que a él no le gustaban los tópicos. Detestaba los tópicos. 
Como si todo dependiera de esa decisión, pulsar o no pulsar, optó por esperar hasta que empezase su viaje. Llegó el tren y respiró profunda, sigilosamente. Llevaba meses preparándose para la ocasión, para dar el gran paso, para emprender su cambio, su nueva vida.
Dejó pasar unos minutos. Unos cuantos más. Hasta que un silbido salió de sus labios, de su interior ahogado. Una vez contaba con la atención de todo el vagón, empezó su discurso:
"No pretendo molestar, mas no les robaré mucho de su tiempo. Quiero que sepan que no pretendo cantarles, entretenerles o divertirles, pero es que siento que deben saberlo. Deben saber que no es nada personal, de veras. Yo me voy, empiezo mi vida real y no puedo hacerlo sin su apoyo. ¿Podría contar con su aprobación? Necesito su aprobación para emprender este viaje, fuerzas para saber que no me estoy equivocando."
De pronto sonaron "bien hecho, muchacho", o "suerte en este viaje, entonces", seguidos de unos cuantos aplausos irónicos.
"No esperaba menos de ustedes, señores y señoras. Ahora, si me disculpan, voy a emprender el viaje, ¿de acuerdo?"
Y así lo hizo. Y así pulsó, presionó el botón, la llamada de emergencia. Esa llamada tan esperada por él, se convirtió en una aguda y mortal explosión. Su última sensación fue la descompresión de su cuerpo, de su interior, de su ser en mil pedazos. Arrastró a más de mil vidas hacia su camino. Se aseguró de contar con su aprobación, mas no quiso forzar a nadie a lo que él creía la vida eterna.