Manners: Please, Thanks

(En el coche con mis padres):
- Papa, sube el volumen que esta canción me encanta. 
- Espera... (Lo sube)
- Pero... ¿es que has desactivado los altavoces traseros? Ésto no se oye!! Bfff para una canción buena...
- Espera cariño (sube MÁS el volumen)
- (Yo contenta, canto la canción y ya está)


¿Sabéis? Me he dado cuenta al terminar la canción. 
¿Qué coño me pasa? Puedo aseguraros que si la canción hubiese seguido sin sonar a mi gusto, mi padre incluso habría parado en algún punto del camino para arreglarlo, para mí, porque soy su hija, por la que mata, por la que vive, por la que soportaría horas y horas de ¿pop? actual y hacer como si le gustara.
Y yo, yo-su hija, no he sido capaz de decir "gracias papa". 


Asumimos que nuestros padres son los seres a los que no les tenemos que pedir nada, los que siempre van a estar ahí sin importar nada, como si ellos no merecieran un "por favor" (vestido de palabras, de besos, de abrazos) o un "gracias" cuando te ayudan con cualquier asunto.
Ellos son personas, son seres humanos, igual que tú, que yo, que cualquier hijo en este mundo.


Es triste, muy triste. Ahora miro atrás y analizo momentos, pequeñas diapositivas en mi mente en las que me gustaría poder rectificar y gritarles en toda la cara: ¡GRACIAS, papas!
Gracias por cada consejo, gracias por cada abrazo, gracias por cada bronca, gracias por haber escogido por mi cuando yo estaba perdida, gracias por haberme querido siempre, gracias por haberme criado de esta manera.


Gracias a vosotros, estas palabras son las que me definen hoy.
Tarde, sí, pero si me equivoco, pediré perdón y agradeceré hasta la muerte si es preciso.