Ella y su mundo.

Se le cerraban los ojos mientras intentaba pensar una excusa para la mañana siguiente. Mañana tendría que verlo y poner buena cara, aún cuando sabía que no era digna de él. Ella había cometido errores, había hecho cosas de las que no estaba orgullosa, caía una y otra vez, pero aún con todo eso, él seguía a su lado.

Aunque quizá este apoyo no era completo.

Justo la tarde anterior ella explotó, no soportaba tenerlo a medias, no podía depender de esa persona solo a medias. Le gritó, le escupió todas las palabras que pensaba sobre su odiosa conducta, dejando de lado el hecho que él había estado ahí en las buenas y en las malas.

Mañana tendría que decirle mediante palabras, o quizá gestos, o quizá inventando un nuevo modo, que lo sentía; que sentía ser así, tener ese temperamento tan malo que le hacía explotar por detalles insignificantes en los momentos menos idóneos.

Mientras pensaba palabra a palabra exacta como afrontaría la siguiente jornada, sin saber bien bien en que momento, cerró sus ojos. Se evadió de su mundo, de sus tormentos, de sus alegrías.

Mañana sería otro día, que viniera como se le antojara, ella lo afrontaría de todos modos.

A fin de cuentas,... cada día es un nuevo mundo.