Si pudiésemos escoger entre ganar o perder, todos conocéis la respuesta, ¿verdad?
Pequeños ambiciosos nosotros que siempre queremos más. Más y más. Y si aún no estamos satisfechos, siempre podemos pedir aún más.
No somos capaces de valorar todo lo que se tiene, tanto bueno como malo, porque señores, ¿quién cataloga cada cosa de buena o mala? Todo se puede ver desde muchos puntos de vista diferente, verdad? Así como que también se puede definir con infinidad de adjetivos. ¿Por qué solo bueno o malo? De veras nuestra mente es tan corta para dejar ahí la descripción? Empiezas viendo que algo es malo para ti. Vale. Pero oye, date tiempo. Por experiencia propia puedo decir que el 90% de las cosas que me habían parecido "malas" han resultado ser el desencadenante de mi vida. Es decir, que si no fuese gracias a esas pequeñas cosas MALAS, no estaría hoy aquí siendo quién soy y escribiendo tales palabras.
Sin ir más lejos, preguntadle a mi madre por mi nombre. Oh si, ella "odiaba" (no como el que odia a una persona, si no que no le gustaba) el nombre de Cristina. No podía con él. Hizo un pacto con mi padre. Si yo resultaba ser niño, ella escogía el nombre (Daniel), y si yo resultaba ser una niña, pues lo escogia mi padre, Cristina.
Et voilà! Aquí me teneis! Parece que resulté ser niña.
De vez en cuando le recrimino a mi madre: claro, como mi nombre no te gustaba desde un principio... A lo que ella me responde: Tienes razón, no me gustaba, pero ahora es el nombre más bonito que me podría imaginar, no lo cambiaría por nada en el mundo. Porque ahora eres tú Cristina, no un nombre vacío solo.
Mejor ir buscando todo lo bueno que nos rodea, todo lo que nos hace ser lo que somos, que no arrepentirnos por todo aquello como el mítico "¿Y SI...?", que mientras pensamos en lo que pudo haber sido, dejamos de disfrutar de lo que de verdad importa.
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