Escondemos verdades por temor al daño. Ocultamos pensamientos por vergüenza. Utilizamos mentiras para hacernos la vida más fácil.
Pero ¿Y si yo no quiero una vida más fácil? ¿Y si estoy cansada de actuar como si todo fuese bien?
Afrontemoslo... ¿Quién no se ha mentido alguna vez a si mismo? Que levante la mano, la voz, para que yo pueda escucharle y aprender a actuar de tal modo.
Como con muchas cosas en esta vida, uno tiende a aburrirse rápidamente y ahí es donde estalla la bomba. Ahí está el momento clave, the peak of the mountain, el instante culminante en el cual de nada sirven las mentiras recitadas.
Yo insisto en pensar que puedo encontrar un lugar determinado en Barcelona, mi ciudad, sin perderme. (Escribo esto desde el autobús que me lleva de un paradero totalmente desconocido hasta mi querido hogar)
Tú insistes en creer que esa relación durará para siempre cuando ya sabes que tiene los días contados. Pero da igual, así parece más fácil, menos doloroso, ¿eh?
Él insiste en actuar como si nada hubiese pasado entre nosotros, seamos grande amigos de nuevo, dice, volvamos a las andadas donde la confianza rebosaba nuestros días, dice.
Nosotros insistimos en dejar de lado las injusticias que se cometen a diario y vestimos esa falsa sonrisa para pretender que todo va e irá bien. (GRAN MENTIRA)
Vosotros creéis que ésto es mi hobby, que escribo para desahogarme, quitándole, muchos de vosotros, importancia a mis escritos (No hay rencor en mis palabras, lo prometo, yo respeto vuestras opiniones.)
Y ellos... Ellos pretenden ser amigos cuando no son más que seres malos, sin corazón, que fingen amistad cuando el interés habla por si sólo.
Yo no quiero una vida más fácil, ni menos complicada.
Yo quiero que mi vida sea como tenga que ser, grande, rodeada de buenos y malos momentos. Así como buenas y malas personas.
No deseo conocer lo que se supone que me espera en el mañana, no lo quiero saber si de ello depende mi sonrisa ilusionada, que me acompaña día tras día, esquivando chivatos y pensamientos demasiado futuros.
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